Me llama un cliente a las nueve de la noche.
Primera mala señal: alguien que te llama a estas horas para hablar de trabajo y está en tu mismo huso horario muestra poco respeto por el tiempo de los demás.
Conversamos media hora. Lo único que saco en claro de lo que me cuenta es que quiere que revise los textos que ha escrito para su nueva web, pero no consigo entender a qué se dedica la empresa.
Segunda mala señal: un cliente que no es capaz de explicar en media hora lo que quiere posiblemente no lo sepa ni él mismo. Quedamos que me enviará los textos para revisarlos (aunque tiene mucha prisa, le digo que le responderé al día siguiente, porque a esas horas lógicamente ya no trabajo).
Al día siguiente recibo un documento de PowerPoint con la información que el cliente quiere poner en la nueva web, en un tamaño de letra tan pequeño que es imposible de leer aunque pongas las diapositivas a pantalla completa.
Tercera mala señal: este cliente no parece saber bien lo que hace. ¿No es más fácil escribir con un procesador de textos como Word que con un programa para hacer presentaciones de diapositivas?
Ojeo como puedo el documento y desde las primeras líneas me doy cuenta de que está escrito en un lenguaje críptico, farragoso y rimbombante que no hay quien entienda. El texto da vueltas todo el rato sobre los mismos conceptos, al más puro estilo del “Redactor Tiovivo” que la compañera Nuria Cámaras retrataba en este acertadísimo artículo.
Con un texto tan ininteligible, puedes leerte la web entera del cliente y seguirás sin saber a qué se dedica. Y Google, por supuesto, no le posicionará nunca en las búsquedas que le interesa porque no usa las palabras clave de la forma natural en la que alguien las buscaría.
Otro presupuesto a la basura
Se lo digo claramente al cliente: el texto no me parece adecuado para publicar en una web (ni en ningún otro sitio, pero eso me lo callo) y propongo una reescritura integral. Me tomo la molestia de preparar el presupuesto correspondiente con mi tarifa de corrección (0,03 euros/palabra), aunque sé que voy a acabar escribiendo todo de nuevo, así que debería cobrar mi tarifa de redacción (0,06 euros/palabra).
Al poco rato recibo la respuesta del cliente:
“Sería complicado cambiarlo porque el lenguaje de nuestro sector es así”.
¿Entonces para qué quieres contratar a un redactor freelance? ¿Para corregirte las faltas de ortografía?
Luego añade: “Lo miramos y te digo algo”. Y hasta hoy no he sabido nada más de esta persona. Supongo que debería aplicar las técnicas de seguimiento de presupuestos y ofertas entregadas que expliqué en otro artículo. Aunque me temo que al final todo habrá sido una enorme pérdida de tiempo (algún día deberemos empezar a plantearnos cobrar por hacer presupuestos a los clientes)
Llevo media vida peleando con la jerga empresarial. Ya antes de convertirme en redactor freelance, cuando trabajaba para editoriales, agencias de comunicación, etc. a menudo pasaban por mis manos notas de prensa, artículos, folletos, etc. escritos de esta manera que parece muy profesional, pero en realidad no lo es. Cuando proponía hacer cambios, los clientes que enviaban estos textos decían que escribirlo de otra forma resultaría “poco serio”, no quedaría bien, la competencia lo hace así… ¡tonterías!
Es fácil comprobarlo: mira las páginas web, catálogos, e-mails, etc. de las compañías líderes en sus sectores y comprobarás que todas huyen como de la peste de esta forma tan farragosa de escribir, que en cambio tantas pequeñas y medianas empresas aún intentan imitar.
El magnate Richard Branson escribía sobre esto en Linkedin (traduzco debajo):

Por qué deberías dejar de lado la jerga
“Algunas personas adoran hablar en jerga, usar palabras impresionantes y convertirlo todo en siglas. Personalmente, creo que esto solo ralentiza las cosas, confunde a la gente y hace que pierda el interés. Es mucho mejor utilizar términos simples y palabras comunes que todo el mundo pueda entender. (…) En ocasiones hay razones más siniestras para usar la jerga, por ejemplo en el sector financiero.”
Declara la guerra a la jerga empresarial
Algunos ejemplos de lo que yo entiendo como escribir en modo “jerga” son:
- Titulares nada descriptivos que podrían intercambiarse unos con otros sin que afectara al documento.
- Frases larguísimas en las que no queda claro qué se quiere expresar.
- Párrafos densos que dan vueltas una y otra vez sobre las mismas ideas.
- Profusión de palabras en inglés aunque tengan una perfecta equivalencia en español.
- Abuso de los modos pasivos, indirectos, condicionales, etc. en lugar de formas verbales más sencillas y directas.
- Ausencia total de conectores, llamadas a la acción, entradillas, destacados… Es decir, de cualquier cosa que facilite la lectura y la comprensión del texto.
En resumen: son textos que nadie acaba de leer nunca porque aburren hasta las piedras y no cumplen con su cometido: informar, persuadir, enseñar, etc.
Los redactores freelance tenemos una responsabilidad muy importante: enseñar a los clientes que este tipo de textos no funcionan y les hacen perder tiempo y dinero, aunque ellos piensen que escribiendo de esta forma transmiten una imagen más “profesional de su empresa”.
El verdadero valor que ofrecemos no es escribir (eso puede hacerlo cualquiera que haya ido a la escuela) sino redactar, que es algo muy diferente. Para mí, redactar es escribir un texto de forma correcta para conseguir que cumpla su objetivo.
Todo lo demás es aporrear un teclado, llenar páginas porque sí, desaprovechar ese valioso momento de atención que un lector ha depositado en una página web, carta comercial, folleto, etc. y que posiblemente no volverá a producirse porque el texto no ha conseguido conectar con él. ¡Y eso significa que hemos fracasado!
¿Crees que es mejor escribir el texto que te encargan como lo quiere el cliente, aunque esté equivocado?
Laura Elena
1 abril 2015 at 22:01Yo lo que he aprendido es que hay que tener mano izquierda y ser diplomático, hacerle ver al cliente que no se puede escribir así pero saber hacerlo para no herir egos o que se sienta violentado porque al fin y al cabo necesitamos su pago. Es complicado, bastante, y es todo un arte, pero creo que se consigue con práctica. Saludos!
Jose
19 febrero 2015 at 15:07Es evidente que siempre hay que redactar de forma que todo el mundo nos entienda (bueno a no ser que tu web sea de una empresa para especialistas o algo así). Yo para freelancers y los medios de pago que pueden usar publico en tudineroefectivo.com
Laube Leal
12 febrero 2015 at 14:07Tema complicado responder a tu última pregunta. Si reescribes, el cliente se mostrará insatisfecho y no volverá a contar contigo. Si escribes como quiere el cliente, no estarás haciendo correctamente tu trabajo y ni tú ni los lectores quedarán satisfechos. Así pues, ¿a quién deberías satisfacer? Es una pregunta que cada cual debe responderse en función de sus necesidades, pero, lo que está claro es que, si te puedes permitir rechazar un trabajo, hazlo.
En otro orden de cosas, yo no creo que esté de moda escribir mal. Pienso que muchas personas no saben lo que quieren y es la razón por la que dan vueltas al mismo argumento. Si no lo saben, habrá que guiarlas con paciencia, ¿no?
Un saludo.
Scherzo
10 febrero 2015 at 14:32Hola, me ha parecido un artículo muy interesante, con el que además estoy totalmente de acuerdo. En muchos sitios gustan de hablar usando una jerga que la mayoría de las veces posiblemente ni ellos mismos comprendan. Lo de incluir palabras en inglés innecesariamente es algo que por desgracia se ha vuelto habitual. Un ejemplo de esto es el mundo de la moda, no hay más que ver alguna que otra revista del sector para darse cuenta que la estupidez y la pedantería ha invadido ese mundillo.
No me parece mal, cuando es necesario y práctico, la inclusión de palabras extranjeras en un idioma, especialemente en cierto sectores como la tecnología donde continuamente salen nuevas palabras y conceptos. Castellanizar una palabra como CD-ROM (en la RAE: cederrón) me parece ridículo. Nadie usa "cederrón", y lo que es peor, posiblemente si uno se lo encuentra en un texto así escrito, tenga que pensar varias veces a qué se refiere hasta caer que se refiere a un CD-ROM. Es absurdo, CD-ROM lo usa y conoce todo el mundo, son siglas, y no hace falta castellanizarlo. Sin embargo, ¿por qué tenemos que ver continuamente palabras como "testado", "shopping", "shorts", "selfie" y muchas otras más para las que tenemos palabras en castellano equivalentes? Cayendo en mi propia queja, es por simple "snobismo", la tontería de creerse uno más "cool" por usarlas, de ser "trending".
Y y si entramos en los que escriben como si estuvieran en un móvil, comiéndose letras y comprimiendo las palabras, o los que no saben (o no quieren saber) que para cerrar una admiración o una interrogación hay que haberla abierto previamente, no terminamos nunca.
En fin, el castellano está sufriendo una mala racha, porque escribir mal está de moda.
Saludos